sábado, 19 de junio de 2010

La mona y el plátano (o la historia del plátano mutante)

Érase una vez una mona que desde el país de la bota se fue a vivir a Barcelona. Había también un plátano que desde el otro lado del charco vino a parar a la ciudad condal. La mona estaba acostumbrada a saltar de rama en rama a la velocidad del rayo y esta facilidad de adaptación a la selva, cuando se conocieron, dejo al plátano (que además era un poco merluzo) totalmente deslumbrado. Lo que era evidente para todos y es que la combinación mona plátano nunca puede acabar bien, el fruto no quiso verlo.

De vez en cuando, se daba cuenta de que la mona adoptaba otros papeles, veía como se hacía pasar por ratita zalamera para transformarse en zorra agazapada en la madriguera de su presa, y volver rápidamente a ser la mona brillando de rama en rama en la selva. El plátano poco a poco se fue cansando de la prepotencia y los abusos de la mona, pero no sabía transformarse. Estaba convencido de que era plátano y así se tenía que quedar, así que aguantaba estoicamente, sin plantearse huir, marcharse o morder él a la mona. No quiso hacer caso a su intuición ni a lo que le decía Pepito Grillo en el oído cada vez que le contaba de las cacerías de la mona-gatita-zorra.   lo que es peor, no se dió cuenta de que tarde o temprano la mona intentaría comérselo. Lo que por supuesto ocurrió.

Lo que la mona no esperaba es que el plátano se defendiese y no se dejase comer. Donde se había visto semejante actitud, todo el mundo sabe que los monos se comen los plátanos. Ante tal sorpresa no pudo contener su rabia y empezó a gritar, maldecir y golpear al plátano, que dada su condición, después de revolverse un poco, se quedo aplatanado y decidió no defenderse ni contraatacar, se dejo pisar. Aguantó escupitajos, sapos y culebras saltos encima…, hasta que quedo espachurrado contra la pared, esparcido por el suelo, sin fuerzas para recomponerse. Y así estuvo una buena temporada, totalmente aplatanado, hasta que se dio cuenta de que ya no quería seguir siendo plátano (entre otras cosas porque ya le quedaba poco de esa condición , ahora era batido, papilla, moho….Decidió florecer, mutar, sin saber todavía muy bien en qué, pero algo nuevo. Pensó: por qué no?, solo hace falta intentarlo, creértelo y probar. Pensó en hacerse cazador de monos, pero era un poco limitante y lo condenaba para siempre a la selva. Cambió de rumbo dejo a la mona y su mundo a un lado, y empezó a preocuparse y disfrutar de lo que tenía delante. Quién quiere un mono en su vida? Los monos a la selva y los plátanos mutantes, a vivir que son dos días.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...