domingo, 12 de diciembre de 2010

la frustración del artista

Uno de nuestros muebles favoritos es tambien uno de los que más fácilmente compramos. Mientras que para comprar el sofá recorrimos cientos de tiendas, y probamos todos y cada uno de los sofás expuestos en esas tiendas (posiblemente, nuestras reales posaderas hayan probado unos 15,000 sofás antes de conocer al ganador), en el caso de la vitrina del salón, la decisión fué fácil. Llegamos, vimos y compramos: una tienda en liquidación, muebles chulísimos y un estilo viejuno nos bastó para decidirnos. A que viene esto? Pues hoy, mientras recogía la cocina despues de la comida, nuestro pequeño Nico vino a buscarme, agarrándome de la mano y con una sonrisa de orejas a oreja. Acudí a su llamada no sin antes sospechar del pequeño monstruo, que hasta ese momento había sido encantador. Cuando llegamos al salón, me puso delante de la vitrina y me enseñó orgulloso su obra de arte. Con mucho cuidado habia añadido una nota de color a la vitrina, elegante por su blanca sobriedad, que a gusto del joven pintor supongo que resultaba un tanto sosa. No estoy seguro de la cara que puse, pero debió ser terrible, pues la expresión alegre del pintor rapidamente se tornó en clara preocupación, acompañada de cierto tono de temor. Afortunadamente creo que reaccioné rápidamente, y en lugar de gritar horrorizado y echarle la bronca respiré profundamente mientras le explicaba amablemente al pequeño hijo de ... Racho que le había quedado preciosísima su obra de arte, pero que aquel lienzo no era el más apropiado para su excibición creativa, y que, como bien le habíamos explicado en numerosas ocasiones, NO SE PINTA EN LAS PAREDES NI EN LOS MUEBLES!! No pude evitar que sus temorosos ojos perdieran el espíritu alegre del artista que muestra orgulloso su obra de arte, y mientras tratábamos de limpiar el desastre mobiliario (con goma de borrar y trapo húmedo) un aire de tristeza se apoderó del genio (o tal vez conciencia de que, en efecto, aquello no era papel o pizarra, y por tanto había metido la mata?).

Que majete.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

...y claro, todo lo que entra sale...

Porque, además de ingerir, el monstruo expulsa. Y ultimamente no damos abasto de calzoncillos. Qué ritmo. Qué alegría. Qué cantidades!! Y cuanto léxico tiene Nico para estos menesteres. Cuando no se enorgullece del "truño" que ha soltado, problama a las 4 vientos "un totem!!", o comenta lo frondoso que es "el pino que ha plantado". Se producen situaciones muy graciosas, porque algunas veces no estamos solos, y a la gente ahí fuera no siempre le parece muy educado eso de tener un truño en los calzoncillos.

En cualquier caso, tambien es gracioso ver a Nico pasearse por casa con andares de ganso, y con una protuberancia en donde la espalda pierde su nombre, que tiene cierta semejanza a una cola de monito. Y si encima se va tocando el producto uno no puede mantener la seriedad fácilmente y explicar al muchacho dónde hay que hacer estas cosas. Lo intentamos, pero no siempre es fácil.

Por qué comentamos estas cosas ahora? Por venganza. Sencillamente. Porque estamos un poco hartos de cambiar cacas a todas horas. Y al jodido niño no parece que le importe lo más mínimo eso de no hacer caca en el orinal/WC. Pero dentro de unos años... ja! Dentro de, digamos 15 años, al muchacho seguro que no le hace gracia que sus padres vayan contando estas cosas a todo el mundo!! ja!! Asi que, querido Nico, estas son algunas de esas cosas que los padres tienen que enseñar:

1) la caca se hace en el water

2) la venganza es un plato que se sirve frio.

3) no te fies ni de tu padre :-)

una bestia

Hoy me he vuelto a quedar maravillado ante la naturaleza del vástago (que digo vástago? Bestiajo!!!) . Algunas veces me recuerda tanto a su madre en los mejores tiempos, que asusta. Y hoy, hemos pasado miedo. En particular, a la hora de cenar. Lo que parecía sería una tranquila cena, con una butifarra y un poco de arroz, se convirtió en toda una exibición de lo que el carracho era capaz de hacer. Hace unos días le habíamos dado a probar la butifarra, y obviamente le había gustado. Parece ser, que además se le quedó marcado. Así que empezamos a comer alegremente, y poco a poco se fue desvelando el lado oscuro de Mico... "me das otro pedacitoooo??", "quiero tres!", "no te comas ese pedacito, es mio!". Total, que la criatura ha vuelta a cenar tanto como sus dos progenitores juntos!! No es la primera vez, pero hoy lo que realmente me asustó no fue el brillo en sus ojos, ni la imparable constancia con que acumulaba carne en las carrilleras... no. Lo que me asustó es ver cómo no cejaba en su desmedida gula hasta que el último pedacito de butifarra desaparecía del plato: daba igual que el plato fuese suyo o de otro, y daba igual que se lo comiera él o cualquier otro. Lo importante es que, así reventase, no podía dejar nada en el plato. Eso mismo lo he visto, a este nivel, sólo en otro ser humano. Tiemblo! Necesitaré buscar otro empleo para poder dar de comer al retoño en los proximos años...

 

 
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